Llegó y terminó para siempre con las dudas, con los miedos, con las excusas y con la distancia.
A pesar de estar a cientos de kilómetros.
Porque los latidos desbocados del corazón, la pasión de sus ojos, la firmeza de sus manos en mis piernas, y la felicidad de su risa, son cosas que hacen del mundo un lugar mejor.
Ya no hay tristeza a pesar de las lágrimas.
Las manos encajan, los cuerpos conectan y las carcajadas se sincronizan.
No puede ser nadie que no sea él.
Dicen que cuando aparece lo sabes.
Nosotros lo supimos incluso antes de aparecer.
Y ahora todo es infinito.