Pasas la siguiente página y todo vuelve a ser una espiral de palabras
sin fin,
sin sentido,
sin amor.
Llegas a ese punto en el que todo importa nada,
donde hasta el miedo se ha echado a correr
y el tiempo ha quedado reducido a un espacio con música.
Y las horas pasan sentadas frente a ti.
Ya no queda luz,
ni ideas,
ni ganas.
En el espejo hay un tú que se parece a ti pero no eres tú.
La casa se parece a un cuadro de Dalí.
Las voces de la calle parece que te gritan.
Y los rincones te miran esperando un poco de atención.
No hay mayor infierno que la duda.
Y no hay mal que por bien no venga.