Soy
yo la que se desdobla en dos personas diferentes. Soy yo la que no comprende a ninguna
de las dos. Soy yo la que se destroza tratando de atender, satisfacer y
entender las dos partes de mí misma. La
única que trata de vivir y convivir con dos personas a la vez. También soy yo
la que sé que lo más sencillo sería hacer desaparecer a una de las dos. Elegir
la “yo misma’’ que me hace feliz, la Yo que quiero ser. Decidir cuál es el
papel que quiero interpretar el resto de mi vida.
Trato
de convencerme de que estoy entre yo y yo y no entre tú y yo. No sé cuál es la
parte más difícil. No sé si sería capaz de dejar todo aquello que me hace más
yo. Aunque no sé si es esa yo la que soy en realidad.
No
puedo vivir más tiempo escondiendo la cara verdadera. Puedes pensar que soy
buena y que te quiero y que estoy contigo. Y es cierto. Pero también es
mentira.
A veces, muy a menudo, aparece esa parte salvaje e innata que llevo tan dentro que nunca se marcha.
Antes me excusaba en el alcohol. Pero he demostrado con creces que no
es eso lo que me hace crecer.
Es el aburrimiento, y la rutina, y la
estabilidad, y la seguridad y todas esas cosas que hacen que mi vida parezca
normal, y predecible y, sobre todo, vulgar.
No
quiero una vida común. No quiero la vida que cualquiera podría tener.
Por
eso elijo, aun sin elegirlo, vivir muchas vidas en una.