Escribir es mi única forma de expresión, mi consuelo y mi desahogo. Es mi válvula de escape cuando los pensamientos se acumulan en mi estómago, me colapsan la garganta y me impiden respirar.

miércoles, 2 de enero de 2013

¿Cómo me siento? Es como si tu mano agarrara mi corazón. Sin soltarlo. Bien fuerte. Estrujándolo. Retorciéndolo. Dándole vueltas y más vueltas. Dejándolo sin oxígeno. Impidiéndole respirar. Torturándolo y quitándole la vida poco a poco. Segundo a segundo.
¿Aun no lo entiendes? Está en tus manos. Es tuyo desde hace tiempo. Y tú sigues cerrando los puños. Apretando. Asfixiando. Ahogándolo. Y ahogándome.
Ya no aguanto más. Quiero que desaparezca esta sensación, que desaparezca el corazón o que desaparezcas tú. No hay más opciones, y no sé si tengo control sobre alguna de ellas.
Pero tú sí. Puedes terminar de destrozarme. Aprieta del todo. Déjame sin alma. Es lo mínimo que puedes hacer después de años de tortura. Termina con esto. Pon punto y final de un sólo golpe y cierra la mano por última vez. No te volveré a ver.